Todo empezó a mis 16 años. Ese año empecé a sentirme más débil y llegaba a desmayarme sin razón aparente. Fui a un médico y me dijo que tenía baja presión, por lo que tenía que tomar un medicamento de por vida.
Recuerdo que lo tomé por un mes, pero a mi mamá y a mi no nos convencía tomar algo de por vida, siendo yo tan chica.
Así fue que fuimos a ver a mi médico de cuando era más chica. Luego de revisarme y hacerme una serie de preguntas me dijo:
-Mili vos estás estresada.
Yo no entendía -¿pero estresada por qué? ¿Cómo?
-No sé, pero estás estresada, me contestó.
- No te preocupes que estás bien de salud, pero tenés que estar mejor, hace lo que te guste y descansá.
¿qué te gusta hacer?, me preguntó.
Internamente me preguntaba ¿qué me gusta hacer?...
al rato respondí dibujar. ✨
Pero hace mucho que no lo hacía...
Volvimos a casa y busqué mis cosas de dibujo y pintura.
Recuerdo que mi papá me regaló un atril y varias cosas para que vuelva a hacer eso que tanto me gustaba.
Por otro lado, mi mamá me empezó a hablar sobre el estrés y me propuso buscar algo que me relaje.
Empezamos a ver posibilidades y
sincronicamente llegó un volante que decia "YOGA. Espacio La Puerta".
Empecé Yoga y todo cambió. De verdad, todo cambió. Salí de la primer clase tan relajada y feliz que no lo olvido: un antes y un después.
Me tomó muy poco tiempo enamorarme de esta práctica. Empecé a reconectarme con mi cuerpo, a sentirme, a relajarme, a conocerme.
Ese verano empecé a leer libros más profundos que le sacaba a mi mamá, de Carlos Castaneda y tantos otros. Leíamos en la playa juntas, por separado y luego hablamos de eso. Luego aparecieron otros libros de filosofía y claro, del Yoga.
Al poco tiempo hice el primer nivel de Reiki y todo se amplió más, me fascinó el mundo energético, me amplió la mirada y me hizo comprender muchas cosas. .
Seguí también profundizando cada vez más con el Yoga.
Ese año fue muy importante para mí, empece a entender de donde venía ese estrés y a trabajarlo. Una etapa dolorosa, pero transformadora.
Al terminar el colegio probé estudiar algunas carreras y guiada por la curiosidad fui probando con otros profesores de Yoga y estilos.
Al poco tiempo empecé un profesorado de Yoga. Pero luego de unos meses dejé esa Escuela porque no sentía que era la indicada. Buscando y buscando llegué a la Escuela de Krishnamancharya.
Con esta escuela incorporé la práctica personal y lo cambios empezaron a ser muchos mas rápidos. Para contarles algunos ejemplos, empecé a tomar confianza, a mostrarme más (yo siempre fui demasiado tímida), a empezar a sanar diferentes temas, gané fuerza (en todo sentido) y muchas cosas más.
De hecho, los desmayos que habían disminuido un 90% desde que comencé Yoga y con la práctica personal no volvieron a suceder más.
Mucho aprendí, mucho crecí, muchísimo sane.
Claro que sigo trabajando, ¿siempre hay algo que trabajar sobre uno no? Y cuestiones que necesito reforzar día a día.
Por lo menos así lo siento yo.
Sigo practicando,
sigo aprendiendo,
estudiando y
sanando con este camino tan lindo que me brinda el Yoga,
y con otros aliados que fui conociendo en el camino.
Los que me conocen un poco más saben que desde hace 10 años que comparto el Yoga en clases, prácticas personales y cursos.
¡Amo compartir este recurso tan profundo y transformador!